Stephen Scherer, Jeret Peterson y Kelly Catlin tienen dos cosas en común: Los tres cumplieron su sueño de competir en unos Juegos Olímpicos. Y los tres se suicidaron.
Se sabe de los sacrificios sobre todo físicos que hacen los deportistas para llegar a esa justa, pero lo que no se conoce es el costo emocional de esta búsqueda de la gloria. Michael Phelps, el deportista olímpico más condecorado de la historia, dice que llegó a pensar en suicidarse en la cúspide de su notable carrera como nadador y asegura que la depresión y los pensamientos suicidas de los deportistas olímpicos constituyen una “epidemia”.
Phelps habla de los trastornos emocionales que vivió en “The Weight of Gold” (El peso del oro), un nuevo documental que HBO estrenó la semana pasada. La cinta explora la depresión y los suicidios de algunos de los mejores deportistas del mundo y lo que se debe hacer para enfrentar ese problema.
Otros deportistas prominentes que aparecen en el documental y que hablan de sus problemas sicológicos son el patinador en velocidad Apolo Anton Ohno, el snowwboarder Shaun White, el esquiador Bode Miller, la vallista Lolo Jones y Sasha Cohen, figura del patinaje artístico.
“Para mí es importante que la gente sepa que no todo es como parece”, expresó Ohno, quien ganó dos medallas olímpicas de oro, dos de plata y cuatro de bronce.
Igual que Ohno, la gran mayoría de los deportistas olímpicos pasan su infancia compitiendo en su deporte. A medida que van progresando, la competencia se convierte en su razón de ser, por encima de la familia, los amigos, la escuela y las diversiones. Por años se esfuerzan por cumplir ese objetivo: Una prueba que dura minutos, si no segundos. La diferencia entre ganar y perder puede ser una fracción de segundo y millones de personas están mirando.